Los implantes dentales son, tal y como informa la Sociedad Europea de Osteointegración (EAO), fijaciones similares a un tornillo que se unen al hueso maxilar o mandibular. Ese tornillo, normalmente de titanio, sustituye a la raíz del diente ausente. Sobre el implante se fijan las coronas, puentes u otras prótesis dentales que sustituyen a la pieza que falta.
La osteointegración, por su parte, es el proceso de integración en el que el hueso comienza a proliferar en contacto con la superficie del implante y que garantizará el éxito y la estabilidad de este. El objetivo de esta técnica no solo atiende a una función estética, sino que también busca mejorar la salud dental y la masticación.
En cuanto al dolor que puede causar en el paciente ésta técnica, la colocación de implantes dentales no es un proceso doloroso dado que se realiza con anestesia local. Sin embargo, sí pueden aparecer molestias tras la cirugía que se pueden aliviar con analgésicos, pero son muy infrecuentes los dolores fuertes postoperatorios.
En lo que respecta a la duración de los implantes, existen estudios a largo plazo que han evaluado el rendimiento de algunos implantes en un periodo superior a 35 años, y otros a 20 años que reflejan que el 80% de estos siguen en función. Los informes más actuales indican que el 90% de los implantes colocados hace 10 años se mantienen en la actualidad.
Los implantes suelen requerir una fase de integración de dos a cuatro meses antes de que se pueda colocar la prótesis, pero en algunos casos muy específicos estas se pueden colocar el mismo día en que se ha realizado el implante y, por tanto, el mismo día que se ha extraído el diente que se va a reemplazar.